¿Es posible mantener una buena relación de pareja a distancia? ¿Cómo, durante cuánto tiempo? Algunas amigas nos cuentan su experiencia, lo bueno, lo malo, el día a día.
* La experiencia de Carmen.
Carmen y su pareja llevan más de tres años viviendo a casi 700km de distancia; cada uno tiene un trabajo fijo (ambos son funcionarios) que en estos tiempos complicados no se atreven a abandonar. Cuando Carmen consiguió la plaza y se trasladó a su nuevo hogar, llevaba 3 años viviendo con su pareja y habían empezado a pensar en casarse, pero todavía no lo han hecho.
"Lo más complicado fue tomar la decisión de aceptar la plaza. Mi chico siempre me ha apoyado pero para mi fue muy complicado; por una parte sentía que estaba poniendo en peligro una de las cosas más importantes de mi vida, que es mi relación de pareja; por otra había trabajado y luchado muchísimo por mi vocación profesional y era una oportunidad que seguramente no se volvería a repetir. Y más con cómo estaba ya el panorama laboral en ese momento. Confío en que más pronto que tarde podamos ir acercándonos geográficamente pero de momento no es posible, y tanto por vocación como por economía, ninguno vamos a dejar un trabajo que nos ha costado muchos años de estudio y esfuerzo conseguir".
Así las cosas, la decisión de casarse se ha ido aplazando. Es un tema del que ya ni hablan.
"De la boda ya hace mucho tiempo que dejamos de hablar. Y de tener hijos, ni te cuento. No sería posible, ni justo para ninguno de nosotros ni para el niño, tener que vivir separados".
Carmen y su pareja se ven habitualmente una vez al mes, en que cada uno de ellos viaja para pasar un fin de semana ("A veces largo porque aprovechamos todos los puentes, moscosos y horas acumulables que podemos cuadrar. Y luego están las vacaciones.") con el otro. Carmen vive en un estudio de una habitación, de alquiler, y ha invertido en un buen coche para poder hacer más seguros y fáciles los desplazamientos; su pareja sigue viviendo en el piso que compartían, también alquilado. Mantener dos viviendas, dos coches, los desplazamientos, son gastos extras que no tenían pero saben que debe ser así. Su esperanza es poder optar a plazas que vayan quedando libres y que vayan acortando distancias, si es que no es posible coincidir en la misma localidad.
"El Whatsapp es el mejor invento del mundo. También hablamos mucho por teléfono, pero el poder mandar un mensaje rápido en un instante es algo que valoro mucho. Antes tenía tarifa plana de sms, pero no era igual". Es uno de sus aliados para sobrellevar bien la distancia. "Tener detalles, más que nunca. Decir te quiero, o estoy viendo tal y sé que te gustaría, o comentar un programa de televisión que antes veíamos juntos… Pequeñas cosas que nos ayudan a crear una cotidianidad que ya no es la que era. Es lo más parecido que podemos compartir a estar sentados después de cenar en el sofá con una taza de café o unas pipas, contándonos cómo nos ha ido el día".
A la pregunta de cuánto tiempo podrán seguir así responde rápidamente. "Toda la vida pero espero que no sea necesario y que pronto tengamos la oportunidad de vivir juntos de nuevo, aunque tengamos que desplazarnos cada uno a diario 50, 100km en diferentes direcciones. Merecerá la pena y habrá merecido la pena todo el esfuerzo".
* La experiencia de Edurne.
Edurne y su pareja no pudieron o no supieron superar la distancia física. Llevaban poco más de un año de relación cuando un traslado laboral la llevó a los países bálticos. Demasiado lejos para viajar a menudo. Mantuvieron la relación unos meses, pero acabaron rompiendo.
"Es muy complicado mantener una pareja a miles de kilómetros de distancia. Tienes que tener una relación muy bien afianzada, mucha confianza en la pareja y un proyecto de futuro común, si no, no hay nada que hacer. Nosotros cojeábamos por los tres lados. Llevábamos poco tiempo juntos, mucho de salir por ahí y pasarlo bien pero poco de conocernos de verdad, y cuando estas lejos el hablar, el skype y los mails son prácticamente lo que te queda. No me tengo por celosa, he tenido otras parejas y no lo he sido, pero la distancia sacó lo peor de mi, desconfiaba de todo, pasaba mucho tiempo sola y me montaba películas sobre qué estaría haciendo él y con quién. No tenía motivos reales para pensar que me engañara, probablemente no lo hizo, pero yo le daba muchas vueltas a eso. Ha pasado el tiempo y he tenido tiempo de pensar sobre mi desconfianza, y creo que en parte lo que pasaba por mi cabeza era lo que a mi me apetecía hacer; conocer gente nueva, salir, tener nuevos amigos… No nada sexual ni referido a tener una nueva pareja, ni nada por el estilo, pero si hacer una vida nueva, pasarlo bien, no echar de menos pareja, amigos ni familia. Me fastidiaba que él pudiera tenerlo todo y yo nada, a pesar de que había sido elección mía vivir la experiencia de trabajar en otro país y ascender en la empresa. Creo que era una actitud infantil y tonta, aunque entonces no pensaba así, me parecía lo más normal. Todo fue sumando para que termináramos rompiendo, porque cuando realmente empecé a hacer una nueva vida, vi que no tenía sentido mantener una relación que estaba estancada y que me costaba más esfuerzo que ilusión mantener".
Pese a todo, Edurne cree que puede mantenerse una relación a distancia y ser feliz. "Conozco casos. Pero ya te digo, hay que estar muy centrados, tener muy claras las cosas, ser una pareja ya afianzada cuando llega la distancia, tener confianza y tener un proyecto de futuro en común, un plan A y un plan B, y todos los planes alternativos que hagan falta, porque si lo dejas todo en el aire acaba cayendo por su propio peso". También tiene claro que hay armas que ayudan a la pareja cuando tienen que vivr lejos mucho tiempo: "Skype es fantástico, verte la cara hablando no tiene precio. El sexo telefónico o cibernético. Ir ahorrando todos los meses para viajes y visitar todos los comparadores de precios de vuelos que haga falta. Dedicar tiempo cada día a tu pareja pero no querer estar encima y saberlo todo, no aflojar tanto la cuerda que se suelte ni estirar tanto que se parta".
* La experiencia de Sonia.
Sonia y su marido en los últimos 19 años han pasado por largas temporadas viviendo juntos y otras igualmente largas separados. Por cuestiones de trabajo, él viaja mucho y Sonia decidió seguirle a donde hiciera falta. Al principio era como una aventura, vivir siempre con la maleta hecha y ninguna casa fija. Comenzó a hacer de la necesidad virtud y crearse una profesión paralela como fotógrafa freelance, que le permitía vivir en un país y en otro sin problemas y sin sentirse demasiado dependiente de su pareja. Hasta que llegaron los niños.
"Cuando me quedé embarazada de mi hija mayor, decidimos que aunque viajásemos deberíamos tener un algo al que le llamásemos hogar y al que poder volver cuando hiciera falta. Compramos una casa no muy lejos de mis padres ni de mis suegros, a una distancia razonable del aeropuerto y encargamos a mi cuñada la tarea de amueblarla. Pensábamos utilizarla en los viajes que hacíamos para ver a la familia y también durante el parto y primeras semanas de vida del bebé, usarla como referente más que como vivienda. Pero entonces viajamos a España, una escapada de tres días para hacer papeleo, y tuve un amago de aborto. Tuve que pasarme cuatro meses y medio en cama, en reposo, en una casa que todavía no sentía como mía, sóla, porque no me atrevía a viajar en avión y poner a mi pequeña en peligro. Luego nació y mi marido estaba en un país un tanto inestable política y socialmente hablando, y la cosa se alargó medio año más. Fue muy duro porque no fue algo elegido y porque eran muchos cambios, las hormonas me tenían la sensibilidad a flor de piel y no lo llevaba nada bien. Pero de todo se sale y al fin y al cabo, no era nada irreversible ni definitivo".
Desde aquel momento en que Sonia tuvo que quedarse en España en reposo, han pasado 15 años en los que la familia ha aumentado (tiene 3 hijos) y han vivido en muchos países toda la familia junta, pero también han pasado mucho tiempo separados. "Hemos querido que nuestros tres hijos nacieran en España y lo hemos conseguido. Hemos vivido lejos cuando él ha tenido que trabajar en lugares peligrosos o inestables. Pasé tiempo aquí cuando mi madre enfermó y hasta su fallecimiento, acompañando a mi padre, porque no tengo hermanos y no soportaba que tuviera que pasar por ese trago él solo. Y estoy preparada por si un día mis hijos me dicen que no quieren seguir viajando y que quieren vivir en un único lugar, mantener una casa, unos amigos, una rutina; afortunadamente esto último no ha llegado aún y quizá nunca llegue, les gusta su vida, llevan la aventura en la sangre".
Durante las separaciones la confianza mutua y el apoyo aún en la lejanía ha sido primordial para mantener a la pareja unida. "Ahora todo es más fácil, poder conectarnos a internet casi desde cualquier sitio, aunque todavía haya días o semanas en que no podamos hacerlo porque si, existen lugares en el mundo sin cobertura para hacerlo. Podemos enviarnos correos electrónicos largos o usar Skype. Es importante mantener la conversación sobre las pequeñas cosas de cada día, aunque parezca una tontería, pero contarle que estás preparando unas lentejas o que te cuente que se ha comprado un pantalón nuevo y te mande una fotografía para que los puedas ver y opinar, que se preocupe por si he vendido aquellas fotos de las que le hable, vamos, lo que sería una conversación normal si estuviésemos viviendo bajo el mismo techo, es primordial para sentir que todo está bien, como siempre, que la distancia no cambia nada". "E interflora", sonríe.
Nota: Gracias a todas las personas que han ayudado con sus testimonios a la escritura de este artículo.