El decidir cómo y con quién se celebrarán los días más especiales de la Navidad es una de las cuestiones que más discusiones genera en las parejas. Los divorcios tras las fiestas Navideñas superan incluso a los divorcios tras las vacaciones de verano y son en torno a un 30% más que en un mes normal; los expertos lo achacan sobre todo a dos motivos muy emparentados entre si; las feroces discusiones sobre con quién pasar las comidas y cenas de los días más relevantes de la Navidad y la tensión y discusiones que se generan en dichas reuniones familiares.
La lógica nos dicta que con empatía y respeto todo se soluciona y que hay soluciones tan sencillas y lógicas como repartir las festividades con la familia de uno y de otro, pero a veces la lógica no nos sirve en el día a día; si uno se enroca, o el otro afloja la cuerda o ésta de tensa se rompe. ¿Entonces es mejor aflojar y ceder? Pues no necesariamente; si la persona que cede es siempre la misma y la que se impone es todas las veces la misma, no es la solución. De hecho, a veces no hay solución lógica posible y hay que optar por otras más creativas. Si es tu caso, tal vez esteis más felices celebrando estas fiestas cada uno con su familia sin malas caras, sin discusiones, simplemente porque es lo que hará más felices a ambos. O por contra celebrarlo juntos y a solas dejando las reuniones con el resto de la familia para otras ocasiones a lo largo del año.
¿Por qué una persona se asienta en su posición de celebrar con sus padres o hermanos y no cede? En la respuesta, puede estar la solución; si es por imponerse, por cabezonería o capricho simplemente, estamos ante un problema de falta de respeto y empatía con su pareja. Pero puede haber otros motivos que resulten lógicos si se plantean como son y se habla sobre ellos y cómo solucionarlos; tal vez alguien quiera pasar esos días con sus padres porque es hijo único y le ponga triste saber que estarán solos en un día que para ellos es importante, por ejemplo. O porque sus padres vivan lejos y sea buen momento para viajar aprovechando las vacaciones propias o escolares, y con la familia del cónyuge por cercanía se puedan compartir muchos momentos juntos a lo largo del año.
Pero también puede haber motivos enfermizos que no se quieran admitir y sean la realidad de por qué se discute tanto con la pareja y se quiere a toda costa salirse con la suya; puede que un miembro de la pareja sienta una dependencia extrema hacia sus padres que expuesta a la luz vea necesario tratar o trabajar sobre ella. O tal vez que tenga tanto miedo a que sus padres se desilusionen o enfaden si no celebra la Navidad con ellos (sobre todo ocurre con los progenitores o hermanos manipuladores emocionales) que prefiere entrar en conflicto con su pareja.
Si la eterna discusión de cada Navidad es, ¿con tu familia o con la mía? y la llegada de la fecha te pone de los nervios, plantéate cuál o cuales son los motivos que os hacen discutir y qué soluciones podéis encontrar desde la tranquilidad para que no sea un conflicto enquistado de cada año por estas fechas y que pueda ser señal o derivar en algo más grave o definitivo.
Plantéate si alguna de estas "soluciones" clásicas podría ayudaros a poner fin a la eterna discusión:
– De los cuatro días de celebración (Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo) pasar dos con cada familia. Aunque sea echando a cara y cruz qué fechas con qué familia.
– Encargarte de organizar las celebraciones y reunir a ambas familias para celebrar todos juntos.
– Celebrar cada miembro de la pareja con su familia pero sin malas caras, como mejor solución y no como una separación a las bravas.
– Celebrar la pareja (con los hijos si los tenéis) a solas o con amigos y dejar las reuniones familiares para otras ocasiones a lo largo del año.
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