Seguramente ya has oído hablar de las clases de natación para bebés que se dan en muchas piscinas públicas y en numerosos centros privados. Si te estás preguntando si apuntarte a unas clases con tu bebé, te contamos por qué enseñar a nadar a un bebé es una buena idea.
* Para disminuir el riesgo de ahogamiento accidental. En España cada verano fallecen varias decenas de niños ahogados en piscinas y en algunos estados de EEUU es la primera causa de muerte infantil en bebés. Que ante un despiste o accidente durante las vacaciones o si tienes una piscina en casa él sepa reaccionar, flotar y nadar, es decir, que sepa defenderse, ya debería ser razón más que suficiente para enseñarle a nadar. Ojo, que el bebé sepa nadar no anula el peligro y no quiere decir que se le pueda dejar sólo sin supervisión en la piscina, pero si que lo minimiza.
* Porque es muy divertido y estimulante. A la mayoría de los bebés les encanta el agua y el poder chapotear, jugar, nadar… en ella será una gran fuente de diversión. Y por si eso fuera poco, además será muy estimulante.
* Aporta seguridad y confianza al bebé. Valerse por si mismo en otro medio refuerza la confianza en si mismo del bebé, lo que es positivo en el desarrollo de su personalidad.
* Acrecenta el vínculo con los progenitores. A nadar no se aprende sólo; un adulto tiene que estar constantemente con el bebé. Normalmente es uno o ambos progenitores, y eso acrecenta el vínculo de confianza entre ellos.
* Mejora la socialización del bebé. Y es que compartir un rato de diversión en el agua con otros bebés y adultos le ayudará a ser más sociable en un entorno lúdico y seguro.
* Mejora el desarrollo psicomotor del bebé. Los ejercicios de coordinación y equilibrio contribuyen a ello.
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