En estos tiempos en que a todo le ponemos etiqueta y nombre, y sobre todo en el que tantos términos anglosajones añadimos a nuestro vocabulario actual, una nueva tendencia gastronómica nos llega desde EEUU; trash cooking. ¿Nueva? ¡No! Es algo que ya hacían amas de casa con poco presupuesto de todo el mundo desde tiempo inmemorial; aprovechar las sobras y cocinar con alimentos o partes de los alimentos poco habituales.
Ahora se pone de moda (y bienvenida sea la tendencia, porque todo lo que sea no derrochar es bueno para la economía familiar, para el sostenimiento global, etc…) y se apuntan al carro cocineros de renombre y aspirantes a serlo, llevando por gusto a los fogones de los grandes restaurantes lo que antes se hacía por necesidad en las más modestas cocinas. Apúntate también tú, si aún no lo has hecho, porque además de ahorrar un dinerito y ser solidaria con el planeta y con quien no puede alimentarse correctamente, disfrutarás de nuevos sabores y se te abrirán nuevas posibilidades para experimentar en la cocina.
Aquí van algunas pistas que te pueden ayudar.
* COCINA DE APROVECHAMIENTO.
Se trata de aprovechar restos de alimentos cocinados que aún están en buenas condiciones y transformarlos en un plato nuevo. En nuestro recetario tradicional contamos con numerosos ejemplos muy populares, como las croquetas de cocido, las torrijas, la ropa vieja… Pero todo es echarle imaginación y hacer que un sencillo resto de comida sea un nuevo bocado sugerente y apetitoso.
De esto hablaremos en más profundidad en posteriores artículos porque es un arte en si mismo y existen infinidad de posibilidades. Cada plato sobrante puede tener varias posibilidades de aprovechamiento, todo depende de la época del año, de la imaginación del cocinero, de la cantidad de sobrante y de para cuántos nuevos comensales deba dar de si, entre otras variables.
* DESPERDICIOS DE COCINA.
Hace referencia a partes de los alimentos que tradicionalmente se tiraban o que raramente se aprovechaban, y con las que se puede cocinar y obtener platos ricos. Es una forma estupenda de que tu compra te cunda más y de añadir nuevos elementos a tu repertorio de ingredientes habituales.
Para verlo más claramente, aquí van unos sencillos ejemplos.
– Peladuras de calabacín y patata; bien limpios se fríen como chips para guarniciones o picoteos.
– Hojas de remolacha: Se cocinan como las espinacas o los grelos, por ejemplo en guisos con patatas, con legumbres, rehogadas con un sofrito de cebolla y panceta…
– Piel de pato y pollo. Se fríen o asan hasta dejarlas crujientes y se sirven como cortezas de ave, sazonadas y especiadas, para un aperitivo.
– Huevas de pescado. Se cuecen y se aliñan con una vinagreta suave o una salsa fina de limón.
– La parte verde del puerro. Se pica en juliana y se fríe como guarnición de platos más elaborados con puerro entre sus ingredientes.
– La parte crecida de las cebollas al envejecer. Se usan para salteados orientales, picadas en ensaladas y vinagretas suaves o para elaborar consomés de marisco.
* COCINA SILVESTRE.
Por cocina silvestre se refiere a todo lo que crece sin ser cultivado por el ser humano. Hay alimentos muy usuales de cocina silvestre que casi todos conocemos como las moras, las setas de monte o los madroños salvajes, entre otros. Y otros menos conocidos en su faceta alimenticia y culinaria pero que los amantes de la gastrobotánica tratan de sacar a la luz como la angélica, las ortigas, los escaramujos o los hayucos por nombrar sólo cuatro de ellos.
¿Te apuntas al trash cooking?
Foto by Pixabay